martes, 24 de junio de 2014

Entre el vicio y la pasión de los postres. Il tiramisù "Etiopía Bebeka".

De vez en cuando me pongo a los mandos en la cocina, y de mi paso por tierras transalpinas, salen recetas diversas, o después de echarle un ojo al libro Cucchiaio d'Argento donde a veces me dejo enamorar por nuevas experiencias.

No voy a descubrir la pólvora ni el mejor tiramisù del mundo mundial, pero al menos quien lo prueba, dice una y otra vez que el sabor es excepcional. ¿Donde está el secreto? Pues en los ingredientes siempre de máxima calidad.
 
Utilizar un buen café, en este caso, un Etiopía Bebeka que está reservado para ocasiones especiales, que el barista Oscar de Toro tuvo el detalle de facilitarme para poder probarlo. Para quien desee poder optar a esta selección tan especial de café, puede hacerlo en el Café Venecia, en la Rúa do Hórreo 27 en Santiago de Compostela.

También tengo la oportunidad de tener en mis manos huevos caseros, así que el mascarpone que más fácil podía encontrar era el Zanetti (hasta hace poco en Mercadona, ahora ya no.) y en esto hay que ser estricto. Producto de elaboración italiana. No valen alternativos. Tampoco valen alternativos para el licor, sí o sí, tiene que ser el Amaretto Disaronno Originale, también producto original italiano. Importante que no sea marca blanca. En cuanto a las galletas bizcocho utilicé las soletillas, y tiré de Mercadona por haber comprado allí otras cosas.

Me hubiese gustado tener también un cacao italiano, pero se da la circunstancia que en la maleta tras cada viaje a Italia, no cabe todo así que toco utilizar el Valor. Particularmente de gusto es bueno, pero sin más.

Y ya por último y aquí sí tengo la suerte de poder espolvorear al final con un rallado de chocolate negro de Costa Rica, Alce Nero, que también me traje de mis periplos por Italia.

Una vez puestos, tocó seguir en todo lo posible las indicaciones del libro Cucchiaio d'Argento y su receta casera y pensando en varias raciones calculé para entre 4/6 persona, y según ello os dejo los ingredientes:
  • 3 claras de huevo.
  • 4 yemas.
  • 80 gr. de azúcar.
  • 400 gramos de mascarpone Zanetti (tarrina y media),
  • 200 gramos de galletas bizcocho (las famosas soletillas).
  • 175 ml. de café "Etiopía Bebeka".
  • 200 gramos de chocolate negro de Costa Rica, Alce Nero.
  • Cacao en polvo para espolvorear Valor.
  • Amaretto Disaronno Originale.
La elaboración siguiendo este libro que algunos consideran uno de los pilares en las recetas transalpinas, empezó por montar las claras. En mi caso prefiero hacerlo manualmente con el utensilio de varas. El nivel de esponjosidad que alcanza es distinto a hacerlo con la batidora.



Por otro lado y en otro recipiente toca mezclar las yemas con el azucar. Importante ligar bien ambos elementos, antes de añadir el mascarpone y empezar a formar esa crema tan especial que es la base del tiramisù. Tras esta mezcla, añadimos las claras y otra vez, y seguimos con el utensilio de varas, llevamos al punto cremoso todos los ingredientes que hemos mezclado.




El resultado que vamos a obtener es el que se puede apreciar, así que tras dejarlo reposar un rato toco hacer ese café que el amigo Oscar de Toro me facilitó y después de hacerlo me lo llevé a un cazo para poder mojar las soletillas con facilidad.

Tras la disposición de las mismas, uno de mis toques personales es añadir, sin exceso, el Amaretto Disaronno Originale, intentando que cada soletilla lleve su "mojadura". Posteriorme se extiende la crema por encima de todas las soletillas hasta cubrir la totalidad de las mismas. En cuanto a esta cantidad simplemente, cubrirlas, sin dejar grumos y uniformemente.


Tras esto toca espolvorear con el cacao y yo, añado otro toque personal con un rallado del chocolate negro tanto en la primera capa de la crema, como en la segunda capa que remata. Quizás soy demasiado chocolatero, pero lo cierto es que probé sólo en la primera, y el sabor es más acentuado rallando en ambas.



La prueba de ese rallado de chocolate es la que podeis ver en la imagen que aparece antes de completar la segunda capa de soletillas, en la que seguiremos el mismo procedimiento que la anterior. Extendemos nuevamente la crema en toda la superficie sin dejar grumos y sin exceso.



Y nuevamente completamos la acción espolvoreando el cacao y volviendo a rallar, como dije antes, ese chocolate negro del Alce Nero. Tras esto, a la nevera y hasta mañana, ni tocarlo. El sabor, exquisito, y para los chocolater@s, un capricho.



Las fotos finales son las pruebas del "delito". Ya me contareis.


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